Yo elijo
ser feliz

Yo elijo ser feliz

Seguro que algunas veces te paras a observar los contratiempos de la vida, esos que no eliges, cuestiones de salud física, problemas laborales, dificultades en las relaciones de pareja y familia… acciones que otros llevan a cabo y que de alguna manera afectan a nuestras emociones sin poder tomar la decisión de que ocurran o no. Entonces nos planteamos cuando nos encontramos con la tristeza de frente “¿Cómo voy a ser feliz si esto no lo he elegido yo?” “¿Por qué me tiene que ocurrir esto a mi?”.

Observando el mundo que me rodea y analizando las situaciones que generan dolor, rabia, impotencia, enfado o tristeza solo puedo llegar a la conclusión de que ser feliz es una pura elección. Desde luego no podemos cambiar como los demás actúan, sin embargo si puedo cambiar el modo en el que yo lo recibo.

Es obvio que a lo largo de la vida vamos a sentir emociones negativas como la tristeza, el miedo, la ira… se trata de entender estas emociones y utilizarlas de forma adaptativa, como aprendizaje, si bien esto no es tarea fácil. Este aprendizaje pasa por comprender que las emociones negativas también me aportan algo y me ayudan a cambiar. Me ayudan a saber lo que no quiero, lo que no necesito en mi vida. No mirar a otro lado y atender las cosas que me generan malestar, ser prudente y analizar con racionalidad será el inicio de este proceso.

La rigidez impide el cambio, las personas no somos blanco o negro, estamos llenos de matices, no somos una sola cosa, somos la mezcla de muchísimas experiencias y estamos en un cambio constante. De alguna manera buscar mis propias necesidades, reconocerlas e identificarlas harán que pueda transformar las emociones negativas en algo que me haga crecer, desarrollarme y lograr el equilibrio emocional. Muchas veces ante la angustia buscamos muchos caminos hacia los que ir para salvarnos, sin saber que el verdadero camino es hacia el interior de uno mismo.

Una opción puede ser empezar a apartar aquello que me genera dolor, ansiedad, intranquilidad. Rodearse de cosas y gente bonita, alegre. Aceptar que algunas heridas pueden abrirse de nuevo por las nuevas experiencias que nos traiga la vida pero que siendo consciente de mis dificultades puedo adquirir herramientas para volver a curarlas.

Dice un viejo proverbio: “La paz interior empieza cuando eliges no permitir que otra persona o evento controle tus emociones”. Ahora llega la primavera, igual que las flores es momento de brillar. Yo elijo volar alto, llegar lejos, dar lo mejor de mi a los que me rodean y recibir lo que ellos me quieran dar. ¿Qué elijes tú?

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